La Revelación y la Escritura
Creemos que es parte de la naturaleza de Dios hacerse conocer a sí mismo.
Dios se revela a la humanidad en diversas maneras, pero más claramente en el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia. Aceptamos que estas Escrituras son de inspiración divina, y reconocemos su autoridad como la Palabra de Dios.
La revelación en la naturaleza, la historia, y el Hijo
La naturaleza, su cuidado y sustento por Dios, hablan de su existencia y poder. Además, Dios ha puesto en los corazones humanos un sentido de lo correcto e incorrecto. Esta revelación a través de la naturaleza y la conciencia es parcial e incompleta.
Por lo tanto, Dios ha actuado en la historia para revelarse a la humanidad. Por medio de Abraham, Dios empezó a formar una comunidad de pacto que revelaría a Dios y su voluntad a toda a la humanidad. Por medio de sus palabras, hechos, y su relación con el pueblo de Israel, Dios se ha hecho conocer a sí mismo y a sus propósitos con el fin de proveer la salvación a todos aquellos que respondan en fe y obediencia.
De esta manera Dios estaba preparando todo para el momento cuando Él se revelaría preeminentemente a través de su Hijo Jesucristo – el “Verbo hecho carne.”
La Escritura, el registro de la revelación
Las Escrituras cristianas completan la revelación de Dios. Ellas relatan e interpretan la acción de Dios en la creación, en los eventos humanos, en los actos salvíficos de Dios por Israel, en la vida, muerte, y resurrección de Jesucristo, y en la vida de la iglesia del Nuevo Testamento.
Las Escrituras son el mensaje de Dios, escritas por individuos en su propio idioma y contexto cultural, según fueron inspirados por el Espíritu Santo. El mismo Espíritu guió el proceso de selección y trascripción por los cuales las Escrituras nos han llegado. Por lo tanto, la Biblia es la Palabra de Dios, confiable y autoritativa.
Creemos que la Biblia, compuesta del Antiguo Testamento (39 libros) y el Nuevo Testamento (27 libros) es la Palabra escrita de Dios. El Antiguo Testamento es el registro de los actos salvíficos de Dios por Israel y de su propósito redentor para todo el mundo. Este contiene numerosas profecías, muchas de las cuales se han cumplido en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento revela claramente a Dios en la persona y obra de Jesucristo, a quien Dios envió para ser el Salvador del mundo y para establecer su iglesia.
El Antiguo Testamento prepara el camino para el Nuevo, mientras que el Nuevo Testamento cumple y clarifica el Antiguo. Ambos se complementan mutuamente en un mensaje unificado.
La Escritura y la Iglesia
Creemos que la Biblia es el mensaje de la salvación de Dios para toda la humanidad. Como creyentes, la aceptamos como la autoridad final para fe y conducta.
El Espíritu Santo continúa obrando hoy en la iglesia al enseñarnos como entender, interpretar y aplicar las Escrituras mediante la fe y el estudio diligente. Cuando los creyentes leen las Escrituras, el Espíritu Santo los ayuda a discernir la verdad y la voluntad de Dios en la Palabra. Según la iglesia se reúne para leer la Palabra de Dios, el Espíritu Santo guía al pueblo de Dios a toda verdad.
Las Escrituras mismas son el criterio primario para entender e interpretar la Biblia. La persona, la enseñanza, y la obra de Jesucristo, dan mayor claridad a la revelación escrita de Dios.
Los cristianos son llamados a leer y obedecer la Biblia. Por lo tanto, es preciso que la iglesia provea una predicación y enseñanza fiel de las escrituras. Los individuos y las familias deben practicar la lectura y el estudio de la Biblia. A medida que leamos y obedezcamos las instrucciones de la Palabra de Dios, nuestras declaraciones de fe tendrán integridad.
Bases Bíblicas
La revelación y la Escritura
Juan 1:1-2, 18; 2 Timoteo 3:16; Hebreos 1:1-2; 11:6
La revelación en la naturaleza, la historia y el Hijo
Génesis 1:1-2:2; 12:1-3; Deuteronomio 7:17-8:2; Eclesiastés 3:11; Isaías 46:9; Mateo 1:23; Juan 1:3-5, 14; Romanos 1:20; Colosenses 2:9; Hebreos 11:3
Las Escrituras, el registro de la revelación
Isaías 55:10-11; Jeremías 36:1-3; Juan 5:39; Romanos 15:4; I Timoteo 1:15; I Timoteo 3:16; Hebreos 1:1-2
Las Escrituras y la Iglesia
Juan 14:23-24; 16:13-15; Hechos 2:41-42; 2 Timoteo 2:1-2; Santiago 1:22-25