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Día 2: La tenacidad de Pablo

6 de enero de 2026

Por Aner Morejón, obispo de la Conferencia del Sureste 

Meditación bíblica: Isaías 35:8 – “Y habrá allí una calzada que se llamará Camino de Santidad. No viajarán por ella los impuros ni transitarán por ella los necios; será solo para los que siguen en ese camino.” 

Elemento de discipulado: Buscar la santidad de corazón y de vida. 

El discípulo de Jesús que busca la santidad de corazón y la convierte en su estilo de vida puede encontrar gran aliento en Isaías 35:8. Incluso en nuestra debilidad, Dios promete estar con nosotros, porque ve lo que realmente existe en nuestro corazón. 

Buscar la santidad significa permitir que Dios nos transforme de adentro hacia afuera. Es un proceso que transforma nuestras acciones, no por obligación, sino por amor a Él y el deseo de vivir conforme a su voluntad. Este camino nos llama a reconocer la gravedad del pecado, a buscar una relación más profunda con Cristo y a vivir una vida que refleje su carácter mediante el amor genuino y la integridad ante los demás. 

Muchas personas persiguen cosas que creen que les traerán felicidad; pero cuando las alcanzan, siguen sintiéndose vacías. En cambio, quienes buscan la santidad de corazón reciben la recompensa eterna de ver algún día al Señor, porque sin santidad, nadie lo verá. 

Ahora bien, buscar la santidad es un camino que dura toda la vida. Sin duda, es una de las características que definen la vida de un discípulo hasta que, al final del camino, encuentra la santidad perfecta en su presencia. 

Mi mayor maestro en santidad fue un hombre al que vi predicar con convicción y vivir a diario: mi padre, pastor de la Iglesia Nazarena. Solía decir: “La santidad no es apariencia, sino experiencia; no forma, sino vida.” 

  • “No es apariencia, sino experiencia” – La santidad no se trata de parecer piadoso, de vestir de cierta manera, de hablar con “lenguaje religioso” ni de parecer perfecto ante los demás. Es algo que se vive en lo profundo del corazón con un espíritu transformado, una conciencia limpia y una obediencia sincera a Dios. 
  • “No forma, sino vida” – La santidad no se trata de rituales vacíos ni de tradiciones externas, como si seguir un patrón pudiera hacernos santos. La verdadera santidad es una vida transformada por el Espíritu Santo y reflejada en amor, justicia, misericordia y pureza. 

En este nuevo año, que rechacemos lo externo y lo superficial, lo que se ve, pero quizá no sea real. En cambio, que abracemos una santidad profunda y genuina, vivida cada día en comunión con Dios.

Oración

Padre, al comenzar un nuevo año, te pido que me ayudes a ser el tipo de discípulo que busca la santidad cada día como estilo de vida. Amén.