En la década de 1740, dos hombres fronterizos, Mark Evans y Tasker Tosh, exploraron el corazón de un valle de sal (“salt lick” en inglés) en las montañas Appalachian. A través de su optimismo, paciencia, coraje e inspiración, “Big Lick” se convirtió en la ciudad de Roanoke, Virginia.
Estos días, dos “pastores fronterizos” de los Hermanos en Cristo exploran la tierra espiritual de Roanoke: Roberto Alegre, pastor principal de La Roca BIC, y Jennifer Hickey, pastora principal de Iglesia Comunidad de Fe.
Si bien estos pastores y sus congregaciones son diferentes uno de otro y difieren de muchas de las normas observadas en la Conferencia de los Allegheny de los Hermanos en Cristo EE. UU., ambos lideran un avance profético, allanando el camino para que más personas puedan traspasar fronteras culturales y sociales. Y lo están haciendo con optimismo, paciencia, valentía y mucha inspiración mediante el poder del Espíritu Santo.
La Roca BIC
El pastor Roberto Alegre, Jr. nació en La Habana, Cuba, donde creció en un hogar cristiano. En su juventud, Cuba era un país sin libertad de religión; en el colegio, Roberto fue perseguido por otros estudiantes e incluso profesores por su fe cristiana. A la edad de 11 años, su familia se traspasó a Miami, Florida, donde Roberto vivió sus siguientes 27 años de vida.
En 2007, Dios llamó a Roberto (junto con su esposa Mayelin y sus cuatro hijos) a Roanoke para plantar una congregación de habla hispana, La Roca BIC. En ese momento, sólo el 2% de la población en Roanoke era hispana. Sin embargo, con pasión por llegar a otros con el amor de Jesucristo, Roberto exploró los barrios hispanos / latinos armado de panfletos y amistad evangelística, decidido a promover el reino de Dios en la comunidad hispanohablante.
Ahora, diecisiete años después, más del 7% de la población en Roanoke se compone de una mezcla de puertorriqueños, mexicanos, cubanos, salvadoreños, y dominicanos, entre otros, una diversidad que también existe en la familia de la iglesia La Roca. A medida que la presencia hispana crece en Roanoke, también lo hace La Roca, que ahora cuenta hasta 250 asistentes los domingos.
El mayor desafío de La Roca es la abundancia de niños. Asisten alrededor de 50 niños cada semana, y en esta nueva generación de creyentes, se presenta una barrera lingüística inversa. Para algunos niños criados en los EE.UU. por padres hispanohablantes padres, el inglés se ha convertido en su primera lengua. El ministerio infantil de La Roca necesita discernir cómo guiar a estos jóvenes de habla inglesa, pero culturalmente hispanos.
La paz y el amor que se encuentran en La Roca atraen por igual a los que no asisten a ninguna iglesia, los no creyentes y los buscadores. Pero más importante aún, es a través del gozo en la adoración y la buenas nuevas del Evangelio en su lengua nativa que vidas se están transformando por el poder de Jesucristo. Porque cuando el Espíritu de Dios se mueve en una iglesia como La Roca, se demuestra la paz y el gozo de Cristo, experimentados y compartidos con otros.
Community of Faith (Comunidad de fe)
El primer llamado de Jennifer Hickey fue al trabajo secular. Se ganó su licenciatura (BA) en oratoria de la Universidad de Kutztown y llegó a conocer a los Hermanos en Cristo por primera vez cuando asistió a Grantham BIC en Mechanicsburg, Pensilvania. Muy pronto comenzó a trabajar allí como Ministra de Jóvenes y en la administración. Luego, Jen comenzó sus estudios en el Seminario Teológico Evangélico en Myerstown, Pa., y obtuvo una maestría en estudios bíblicos con énfasis en teología y formación espiritual.
Jen continuó viviendo para Cristo y estableciendo ambientes donde las personas podrían prosperar y encontrar valor en sí mismas y en lo que hacen. Su trabajo en el área de comedores universitarios trajo a Jen y su marido Dan a Virginia. Otra vez, Dios se les apareció, atrayéndolos a la Iglesia Community of Faith y luego, en 2021, llamando a Jen al ministerio de tiempo completo.
Plantado por primera vez por un pastor de los HEC en 1996, la iglesia Community of Faith hoy es una congregación de unas veinte personas. En esta preciosa comunidad, se persiguen relaciones transformadoras con Jesús y entre sí. Mientras que congregaciones pequeñas como esta no son inusuales en la Conferencia de los Allegheny, la Community of Faith es la única con una pastora principal. Los Hermanos en Cristo EE.UU. reconoce y apoya plenamente mujeres en todos los niveles de liderazgo ministerial, pero la pastora Jen navega bien la oposición y las preguntas que vienen de aquellos que tal vez no comprendan o afirmen su posición.
Estos obstáculos adicionales sólo fortalecen su deseo de hacer la Community of Faith un lugar para todos, donde sin lugar a duda: Jesús es el centro, el Espíritu Santo reside y los miembros de la iglesia lo sigue fielmente. Allí todos son bienvenidos, tal como sea sus historias, preguntas, dudas o luchas. La pastora Jen le diría que esta iglesia se trata de vivir la vida juntos, ser intencionales sobre el crecimiento espiritual y el servicio mutuo y la comunidad en general a lo largo del camino.
Una forma en que la Community of Faith cumple con esta visión es a través de las cenas cada segundo sábado del mes. Una vez al mes ofrecen una comida comunitaria de forma gratuita, con miembros de la iglesia y vecinos sentados juntos para disfrutar de una buena comida y una conversación amistosa. A pesar de que los números de la Community of Faith no han cambiado mucho, la gente sí. Todos participan de alguna manera para impactar la comunidad circundante para Jesús.
Pioneros para la Gloria de Dios
A pesar de las diferencias, prejuicios y desafíos que el Pastor Roberto y la Pastora Jen se enfrentan en sus respectivos roles, la verdad del mensaje que proclaman es la misma. Dios usa pastores que posean suficiente optimismo, paciencia, denuedo, e inspiración del Espíritu Santo para proporcionar a las congregaciones una imagen real de cómo es el amor de Dios. La verdad revelada se evidencia de manera bíblica y relevante ya que Jen y Roberto cruzan líneas culturales para el avance del Evangelio. Porque sabemos que la verdad de Jesucristo nunca cambia. Más bien, esta verdad se manifiesta al cambiarnos.