Durante los dos años y medio pasados, Amado y María Portero, alias que se les han dado con el fin de proteger su identidad, han vivido, trabajado y servido en medio de la comunidad musulmana en el Oriente Medio.

Los esposos Portero, una pareja profundamente dada a las relaciones con los demás, anhelan darles a conocer a sus vecinos en amor de Cristo, derramando luz sobre las narraciones tradicionales acerca de Él. Mientras estaban de vuelta en Estados Unidos desarrollando su ministerio, nos reunimos con Amado para oír más acerca de su labor.

P: Háblenos un poco acerca de su obra. ¿Dónde están ubicados? ¿Cómo es un día ordinario para ustedes?

Nosotros acabamos de terminar nuestros dos primeros años sirviendo en el Oriente Medio. Nos encanta todo; la gente, la cultura y la comida, todo es asombroso. Cuando nos mudamos para el Oriente Medio, María y yo nos dedicamos de lleno al estudio del idioma. Después de cerca de año y medio, yo tomé un trabajo de maestro en una escuela privada. Los días eran algo largos y ocupados, y no nos quedaba mucho tiempo extra para establecer relaciones en la comunidad. Sin embargo, este trabajo terminó después de un semestre y volví con María al aprendizaje del idioma.

Actualmente, nos pasamos las mañanas centrados en el aprendizaje del idioma. Esto suele durar hasta alrededor del mediodía. Después recogemos a nuestros hijos, los ayudamos con sus tareas y nos pasamos las tardes atendiendo a las necesidades del día. Por lo general, nos pasamos el atardecer comunicándonos con nuestros vecinos y estableciendo relaciones. Cada dos semanas, nos reunimos en una iglesia en el hogar con un pequeño grupo de extranjeros.

P: ¿Qué los impulsó a servir en el Oriente Medio?

Yo crecí en una familia misionera que trabajaba en Suramérica. Y aunque nunca dudé de la existencia de Dios, nunca llegué a captar con mucha claridad que yo le agradara a Él. Durante una conferencia de Juventud con Una Misión en Tyler, Texas, cuando tenía quince años, sentí que el Señor se abría paso dentro de mí, para decirme que Él estaba a mi favor. Esta experiencia sacudió por completo mi mundo. Y allí fue cuando le entregué a Dios el corazón para servir a otras personas en algún lugar del mundo.

En esos momentos, recuerdo haber sentido que Dios me iba a lanzar enseguida de la escuela secundaria a la obra en el extranjero. Pero Dios tenían unos planes diferentes. Regresé a los Estados Unidos para asistir al Messiah College (Mechanicsburg, Pennsylvania) con el fin de aprender una habilidad comercializable que pudiera usar en otro país.

Alrededor del año 2002, cuando estaba terminando mis estudios en negocios internacionales, vi un documental sobre la caída del comunismo. Mientras veía ese documental, me sorprendió ver cómo un grupo pequeño de economistas trabajaban con los que estaban en la pobreza.

Mucho antes de saber que el comunismo se estaba desmoronando, vieron cómo sufrían los hombres, las mujeres y los niños bajo ese sistema de gobierno y dedicaron su vida a servir a aquellas personas. Su compasión por los necesitados hizo que algo resonara dentro de mí. Decidí que quería invertir el trabajo de mi vida en lugares donde la gente tuviera temor de ir, pero donde hubiera una gran necesidad del Evangelio. En el fondo de mi mente, sabía que quería servir a los musulmanes.

Varios años más tarde, mientras daba clases en Carolina del Sur, conocí a María, quien sentía lo mismo que yo en cuanto al trabajo en el mundo. María había sentido que Dios la llamaba a trabajar en el extranjero mientras se hallaba en un viaje a Londres. Mientras estaba allí, recibió del Señor una visión y unas palabras: “Quiero que hagas nacer una nueva generación de mujeres musulmanas que me conozcan”.

Pasaron muchos años desde que sentimos por vez primera que Dios nos llamaba a servirle, hasta que nos marchamos para el Oriente Medio. A lo largo del camino nos encontramos con muchos desvíos, pero estoy agradecido de ver atrás y observar todas las formas en que Dios nos estaba haciendo crecer y nos estaba moldeando mientras nos preparaba para esta labor.

P: ¿Cuáles aspectos de su trabajo querría usted destacar y celebrar?

Más que nada, celebramos las relaciones que logramos establecer. Servimos en medio de un grupo increíble de personas, y nos sentimos continuamente inspirados por las personas que conocemos, las relaciones que establecemos y las conversaciones que logramos tener. Una vez dicho eso, hay unos cuantos recuerdos que se destacan de manera especial para nosotros:

En una ocasión al principio, cuando hacía unos ocho meses que habíamos comenzados, tuvimos el privilegio de ministrarle a un pequeño grupo de creyentes de trasfondo musulmán (personas que han crecido como musulmanas, pero que ahora se identifican como cristianas). Los creyentes de trasfondo musulmán (MBBs por sus siglas en inglés) son una comunidad a la que anhelamos poder alentar, fortalecer y bendecir, y fue un gran gozo ministrarle a ese grupo.

En otra ocasión, yo pude compartir el Salmo 27, que es mi favorito, con un grupo diferente de MBBs. Me puso la carne de gallina poder compartir algo que tanto significado tenía para mí, y ver cómo ellos lo descubrían por sí mismos.

Mi esposa ha estado trabajando junto a otra trabajadora relacionada con nuestra compañía. Durante un tiempo, le han estado ministrando a una mujer musulmana; la llamaremos Reem, que estaba interesada en Jesús. Reem les hacía muchas preguntas con respecto a la muerte de Jesús en la Cruz, y la razón por la que Dios quiso morir por sus pecados, enseñanzas que van contra el Corán.

En la comunidad musulmana, los sueños tienen una importancia especial; ellos les encuentran una gran cantidad de significados. Y en una sola semana, Reem tuvo tres sueños acerca de Jesús. En el último de ellos, vio a Jesús muriendo en la cruz, y por fin lo comprendió: Creyó que Jesús había muerto por ella. Ha sido algo increíble ministrarle y ver cómo Jesús se le revelaba.

P: ¿Cuáles son las metas que se han fijado ustedes para el futuro?

Actualmente llevamos ya dos años y medio de un proceso de aprendizaje del idioma que se lleva un total de diez años. Hablamos árabe suficiente para sostener una conversación, pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Comparado con el árabe usado en las conversaciones, el árabe religioso es el equivalente a abrirse paso en inglés hasta el idioma en la forma en que lo escribía Shakespeare. A veces es todo un reto comunicar un versículo de las Escrituras o hallar las palabras más útiles para hablar acerca de Dios. De manera que, mientras seguimos trabajando, nos emociona ver cómo estamos creciendo en nuestra capacidad para comunicarnos con las personas que nos rodean.

Al mirar al futuro, tenemos el sueño de trabajar con refugiados sirios, proporcionándoles refugio a las mujeres en peligro. Hemos estado trabajando con una mujer que les dijo a sus padres que se había hecho cristiana. Su padre hizo que se marchara y no le dijera dónde se iba a quedar, de manera que cuando sus hermanos preguntaran dónde ella estaba, les pudiera responder con sinceridad que él no lo sabía.

Esa clase de escenario es una desgarradora realidad para muchas mujeres cristianas aquí.

Los lazos familiares son fuertes en la comunidad musulmana, y cuando una mujer llega a conocer a Jesús, hay la posibilidad de que su familia se separe de ella. Y una mujer que no tenga la protección de su familia es vista como una mujer vulnerable. Se puede convertir en presa fácil de aquellos que le quieran hacer daño. Por eso, querríamos acercarnos a esas mujeres para proporcionarles seguridad, refugio y comunidad.

Nosotros creemos que el Oriente Medio va a ser un testimonio sobre un Dios que ama a sus hijos. Que Él nunca los ha abandonado, y anhela profundamente dárseles a conocer y revelárseles como Padre. Este es un testimonio que nosotros anhelamos proclamar. Y creemos que estamos viendo el principio de un cambio en el Oriente Medio.

P: ¿Cómo podemos orar por ustedes y por su comunidad?

Pidan valentía. Llamar a Dios “Padre” es algo increíblemente ofensivo para los musulmanes. Hace falta una gran cantidad de valor para arriesgar nuestras relaciones con el fin de proclamar estas verdades. Pidan también que tengamos favor; que las personas estén dispuestas a abrir el corazón para recibir estas verdades.

Además, oren por nosotros como parte de la Iglesia mundial. Que seamos un pueblo conocido por nuestro amor. Lo cierto es que no necesitamos conocer muchas cosas, y ni siquiera hacer muchas cosas para que nos conozcan por nuestro amor. Seamos un pueblo que ama y acepta a los musulmanes, permitiendo que ellos sean quienes son, sin mantenerlos a distancia, o simplemente, tratar de convertirlos. En realidad, muchos de ellos nos tienen miedo a los estadounidenses. Esta clase de aceptación les hablaría muy claro a ellos acerca del corazón y el carácter de Dios.

Yo oro para pedir que el pueblo de Dios se levante con amor y aceptación hacia nuestros vecinos musulmanes. ¡Eso sería un maravilloso testimonio!

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Publicado originalmente como “Conozca a los Portero,” para la Circular Connect de agosto de 2016 de la BIC EE.UU.

Comunicaciones de la HEC EE.UU.
Publicado por el equipo de Comunicaciones de HEC EE. UU.

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